A mediados de los 80s el punk chileno aún define cuáles son sus fronteras musicales. Con la dictadura encima y sin referentes internacionales, la escena local transita por sonidos experimentales que incluyen sintetizadores y cajas de ritmo en la búsqueda de una identidad propia. Hacia el final del régimen militar comienza una nueva etapa: la urgencia por dejar un registro.